Cuando nos encontramos con nuestro bebé recién nacido y vemos que uno o los dos brazos están flácidos, sin movimiento podemos pensar que es probable que haya una lesión y por lo tanto una Parálisis del Plexo Braquial Obstétrica (PBO), de menor o mayor gravedad.
Quizás os hayan dicho que “debéis estar tranquilos y esperar”, que esta lesión “se resuelve sola con el tiempo”. Tal vez estas palabras os hayan tranquilizado, quizás no, pero no son el mejor consejo.
Lo cierto es que muchas de las lesiones de PBO (se estima que en torno al 80-90%) tienen una recuperación espontánea favorable durante los primeros meses de vida del niño. Pero también sabemos que el resto de lesiones no se curan solas y que es prácticamente imposible definir la gravedad de dicha lesión en un bebé de unos días. Por ello, hasta que no pasen las primeras dos semanas, no habrá indicios suficientes para saber si vuestro bebé se encuentra dentro de ese 10-20 % en el que es necesario un tratamiento adecuado para recuperar la movilidad de su bracito.
Lo primero que hay que descartar es rotura de clavícula. La ausencia de movimiento y sensibilidad de la mano en bebés de un mes o más es señal de una lesión severa. Para los demás casos, hay que esperar a que vuestro hijo tenga 3 meses para conocer mejor la gravedad de su lesión.
Es importante que sepáis que no existen exámenes o analíticas fiables, que determinen el alcance de la lesión del bracito de vuestro bebé. Los electromiogramas realizados en bebés están desaconsejados, pues a menudo dan pronósticos erróneos (pueden indicar una lesión mucho menor de lo que en realidad es). Esta es una prueba molesta, dolorosa y no concluyente que sólo debería realizarse en los casos en que así lo solicite un especialista del plexo braquial. La resonancia magnética también es empleada en casos concretos como prueba orientativa para el diagnóstico (especialmente para indicar si existen arrancamientos). Para realizarla en niños tan pequeños es necesaria la sedación del bebé. Estas pruebas también pueden dar errores y solamente deben ser solicitadas y valoradas por un especialista del plexo braquial.
Si algún médico os pidiera realizar exámenes tales como un electromiograma o una resonancia, os recomendamos que os informéis para decidir si queréis hacerlos o no.
Pero entonces, ¿cómo podemos conocer la extensión y la gravedad de la lesión de nuestro hijo?
La respuesta es sencilla: gracias a un examen clínico. Esto quiere decir que se puede conocer qué raíces nerviosas están afectadas observando directamente el bracito del bebé y comprobando qué movimientos es capaz de hacer y cuáles no. Asimismo, diagnosticar el tipo de PBO (superior o total) es relativamente sencillo y puede hacerlo cualquier traumatólogo, neurólogo o rehabilitador. No obstante, para definir hasta qué punto están lesionados las raíces o los nervios, es imprescindible contar con el diagnóstico de un especialista en PBO.
Por suerte, en España disponemos de los mejores especialistas para ello.
Para conseguir un diagnóstico clínico adecuado y la mejor recuperación posible de vuestro bebé, es fundamental poneros en marcha lo más pronto posible, en todo caso antes de que vuestro hijo tenga 3 meses.